Desde mi origen y durante mi infancia, nada transcurrió con estabilidad por más de un día. Las continuas sorpresas gratas e ingratas, me brindaron la fortuna de un rudo entrenamiento para adaptarme a todo cambio, que fui percibiendo cada vez con más conciencia y así aprendí a aprovechar cada segundo de mi vida como si del último se tratase.
Moderada por la edad, algo mayor y desgastada, asumo los cambios antes de que se produzcan, tomando decisiones con aparente y cierta facilidad.
Algunos me llaman valiente, otros preguntan: Y el miedo donde está? A lo que inmediatamente contesto: “Los llamados “valientes” tenemos tanto miedo como los cobardes, pero asumimos que existe y nos entrenamos cada día para poder pasar por él; El ser atrevidos, tampoco garantiza el existo y mucho menos la ausencia de dolor, pero sé que si no lo hago yo, lo hará la vida que a su antojo resolverá como bien le parezca, y esta vez no preguntará ni como ni cuando”
Bien, como ven no es el posible error ni el dolor que este cause lo que me preocupa… sino lo siguiente:
“Cuando alguien con el que tienes comunicación, aparente amistad y comprensión, desaparece de tu vida como por arte de magia, sencillamente porque decide no acercarse a lo desconocido. Personas que llegan a tu encuentro como desesperados, buscando respuestas, diálogo.. pero se regresan al lugar de partida llevándose un trozo de este corazón que aún ingenuo, queda sorprendido al sentir los nuevos zarpazos en las viejas cicatrices…”
De los tres frentes, es éste el que realmente me asusta y tambalea, éste el que hace que mi soledad se haga pesada. Este es el que me roba por unos días la ilusión que cada amanecer me regala.

Lo mejor: ESTO TAMBIÉN PASARÁ, como hoy día 27 de mayo de 2007, como este papel que ahora se termina, y como, por suerte para ustedes, esta lectura pesada que con esto se acaba…