Nuestros Lutos
Todos, por ser “expertos” en su padecimiento, hemos oído hablar del temido LUTO.
Según algunos estudiosos se compone de tres fases bien diferenciadas:
- La primera, No aceptación de la pérdida. “No me lo termino de creer”
- La segunda, el dolor
- La tercera, aceptación positiva de lo ocurrido.
El ciclo de la vida, se inicia con el duelo del nacimiento y termina con el de la muerte. Cuando nacemos, nos vemos “obligados” a abandonar el vientre materno para pasar a vivir en un medio hasta entonces “desconocido”.
Pasamos las etapas futuras adaptándonos a las constantes fluctuaciones internas y externas, para al fin, despojarnos del cuerpo en la muerte física.
Así es la vida del ser humano, un constante cambio, etapas que alternan pérdidas, superaciones y ganancias. Cuanto más nos “insista” esta vida en la práctica de superación de lutos, lo que estará promoviendo, es una mayor conciencia de nosotros, de nuestros recursos, valores y defectos. Iremos adquiriendo capacidad de adaptación para las futuras realidades.
Muchos se empeñan en establecer plazos mínimos o máximos de tiempo para estos procesos, cuando es evidente, que cada cuál, por ser distintos en conciencia, madurez, recursos, creencias y circunstancias, tiene el suyo propio.
En lo que sí coinciden todos, es en la importancia de completar la experiencia, pues si nos saltamos alguna de estas tres etapas, aunque sea ignorándolas, con autoengaños o sencillamente huyendo, la finalidad, que es sin duda el “volver a sentirse bien”, no se produce.
Es por esto, que aunque aparentemente la situación esté superada, en el momento en que ocurra cualquier otra pérdida, por muy insignificante que esta sea, el dolor del luto volverá a aparecer con mayor intensidad de la que por su causa pueda corresponder.
“Dejar de hacer las tareas del presente, significa acumular trabajo para el futuro”
Otra anotación importante es que, sea como fuese, hay que tomar la verdadera conciencia y tener el auténtico propósito de la superación.
De lo contrario, corremos el riesgo de “perdernos” en fantasías que ignoren la pérdida, o escondiéndonos tras drogas u otro tipo de abusos, (”nos quedaríamos colgados en el pasado” no superando la 1ª fase) o bien, pasar del dolor, sumamente sanador, al sufrimiento enfermizo. (Por ser un círculo cerrado de emociones: autocompasión, culpas, miedos, temores… con la alta probabilidad de “engancharse” a él y perder toda la visión objetiva para la cura).
Por lo tanto, superar una perdida no es otra cosa, que haber aprendido a: decir adiós a algo que ERA, para poder adentrarnos en lo que es.. y dejar paso a lo que puede ser…
El otro día, un amigo escribía acerca de su experiencia personal sobre el Luto. Hablaba de su separación y entendía que “guardaba luto por respeto” a su ex esposa y a sus hijos. El Luto no es un respeto a alguien, en todo caso es un respeto a uno mismo. Antiguamente nos vestíamos de negro ante la pérdida de un ser querido, según la costumbre, por respeto… y yo pregunto: Al difunto o al pueblo? Pues si querían respetar al difunto, no habría sido mejor en vida?
Lo que intento decir es que el luto no es un estado impuesto por respeto, sino un proceso de adaptación a las nuevas circunstancias, y esto conlleva romper con miedos, con formas de vidas anteriores, con objetos materiales para por fin, llegar a sentir que somos capaces de vivir sin el ayer, atreviéndonos a ver que las formas cambian pero lo esencial permanece, y mientras así ocurra, no sólo estaremos marcando nuestros senderos, sino adentrándonos en la felicidad. (Por supuesto que esto lleva su tiempo.. pero no tardamos más porque estamos respetando a nuestros muertos… sino porque nos cuesta aprender a vivir sin ellos.. y sin lo que su compañía significaba en nuestro entorno…)
"Cada día nos entrega un mundo maravilloso de posibilidades que se pierden en la noche para renacer ante el fuego del nuevo amanecer."
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