jueves, octubre 19, 2006

ALGO REAL

Alguien, que aprecio mucho, repetía en su conversación el término "REALIDAD"; "Quiero ser Real"; "Hay que ser realistas" o algo parecido. En cualquier caso, nombró lo que me inspira para hacer una nueva reflexión sobre este término, que siempre nos aborda de una forma impetuosa y que dificilmente somos capaces de digerir, por que la REALIDAD, como tal, solemos verla sólo en su vertiente más oscura.


Uno de mis "descubrimientos" más importantes, fué tomar nota escrita de que el sentimiento, por muy justificado que esté, no lleva la razón implícita y sin embargo, lo que sentimos es real, pues lo estamos viviendo en ese preciso momento, a pesar de no darnos cuenta de que la perpectiva "emocional" siempre llega a confundirnos.

Os voy a contar una historia, quizás así podais verlo mejor:

Esther estaba desesperada. Su marido, enfermo desde hacía seis meses, descansaba en su sillón, en aquel rincón de la pequeña sala de estar. Manuel, era aún capaz de sonreir, con esa expresión que sólo tienen las personas que anduvieron su camino con toda la honestidad de la que fueron conscientes. Esa sonrisa que transmite la paz interna del que sabe que trabajó a diario por hacer que los días de sus seres queridos fueran lo más repletos posibles.

De repente, su esposa, decidió llamar a una inmobiliaria: venderían la casa. No podían vivir allí. Era demasiado grande, tenía escaleras y Manuel hacía tiempo que no podía subir. Había tenido que poner en el salón la cama, lo que resultaba terriblemente incómodo a Esther..."no puedo con este desorden"... y sin más pensamiento que éste, con todo el sufrimiento escondido tras "su orden", tomó la decisión de "sus vidas"

María tuvo la oportunidad de conocer a ambos un sábado a media tarde. La vendedora, observó aquel lugar: Una casa preciosa, grande, pero cargada de muebles, flores, cuadros, lámparas, figuras... No había espacio para un solo alfiler, y acostumbrada a ver viviendas se dijo´: "Dios, como puede alguien esconder su vida tras tantos muebles!!!" Pensando esto, Esther le "confiesa" su mal estar:
"No puedo tener una cama en el salón, lo entiendes?
No quiero dejar esta casa, pero mi marido no puede subir las escaleras, no sabes la pena que siento al venderla. Todos mis muebles, todo el tiempo que le he dedicado, y ahora, ya ves, me tengo que ir a otro lugar, más feo, más caro y a volver a decorar..." Todo esto lo contaba con cierta "rabia" contenida..
La vendedora, mientras tanto, observaba la otra parte de la "realidad". Miraba a aquel pobre hombre sonriente a pesar de los pesares... lo que le hizo pensar si realmente eran las escaleras, la cama o la "ceguera" de Esther la que les "obligaba" a irse de alli.

A los dos meses, la vivienda cambió de dueños, y a los dos dias siguientes, Manuel falleció.

Esto no es un cuento, ocurrió, yo lo ví, lo viví.
Hay cuatro realidades diferentes en todo el relato.
Muchos de vosotros opinareis como yo, habria sido mejor haber estado más pendiente de la realidad que realmente merece la pena, en este caso, acompañar a Manuel en su tránsito, sin distracciones. ¡Qué más daba la cama, las escaleras, el tamaño de la casa!

Cada cuál, que entienda lo que le venga bien. Por mi parte, prefiero siempre "agarrarme"a los sentimientos de amor y amistad.. pues es la única realidad que me sirve para continuar viviendo..

Un beso a todos los que dedican parte de su tiempo a leer estas reflexiones.




1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Creo que lo has expresado perfectamente hablando de ceguera. O de corazones secos. De tanto ocultarlo, por el motivo que fuera, no fue capaz de entender la realidad.
Hay que poner siempre el corazón entre la realidad y uno mismo, porque si no, sólo se ven colores grises, recibos, pagarés y nóminas, muebles y casas.

12:15 a. m.  

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